Comenzamos la andadura de este viejo-nuevo proyecto que hemos llamado VAHO, recopilando parte de lo que ha sido su producción desde que se puso en marcha en 2011 y atravesando el contexto propuesto por el Festival Sâlmon. El objetivo principal es acompañar reflexivamente la escena viva contemporánea dejando una huella o gesto no figurativo que nos permita rastrear en el futuro lo que ha sido el devenir de una disciplina siempre efímera.
Su recorrido comenzó con el Círculo de Espectadores, proyecto creado para el extinto festival Escena Contemporánea, que llevamos a cabo junto a Sandra Cendal y Alberto Lago, de la mano de los entrañables Alberto Núñez y Fernando Renjifo, directores de las versiones 2011 y 2012. Con el Círculo de Espectadores nos propusimos indagar en otras maneras de relacionar al espectador y la obra proponiendo encuentros en salones de casa y bares con sus creadores, fuera de la frontalidad y jerarquía de los tan usados “conversatorios”, falsas escenificaciones de un diálogo cansado, útil para marcar la casilla de rentabilidad educativa del arte.
Algunos años más tarde, estas prácticas volvieron a coger forma con el nombre de Intensidades Subversivas para el festival ¿Qué puede un cuerpo? comisariado por otra cómplice, Paz Rojo. Junto a Dani Carretero y Fernando Gandasegui perfeccionamos las herramientas y reforzamos la convicción de que la escena es un sistema de pensamiento sensible con una potencia que no siempre es visible. Con este proyecto entendimos que no nos interesa el periodismo escénico ni la crítica a la vieja usanza porque ambas prácticas terminan produciendo un cannon, casi siempre personal, que visibiliza una parte de la creación e invisibiliza otra según los criterios estéticos y valóricos dominantes. ¿Cuánta creación se ha perdido porque un critico de arte (siempre varón) que desayunó mal ese día, dijo que “eso” no era arte?
En este sentido, no nos interesa decir qué es bueno y qué es malo, qué ver y qué no ver, qué está bien hecho y qué no, sino más bien aceptar la invitación que nos propone una pieza, un creador, un colectivo o un contexto y a partir de sus propias reglas establecer un diálogo que arroje una mirada que complemente el conocimiento individual y colectivo sobre la realidad que vivimos, porque el arte es un sistema de conocimiento como la ciencia o la filosofía que ilumina y profundiza lo que somos. Nos preguntamos ¿a dónde nos lleva una pieza? ¿a qué nos invita? ¿qué y cómo lo hace en relación a los códigos estéticos y las ideas dominantes? ¿cuál es su potencia, eso que está por venir?
Así es como VAHO quiere aportar, acariciar, besar, romper, superponer, fisurar, abrazar, merodear y proliferar en cualquier de las posibles direcciones que una pieza nos proponga, y elaborar una frase, un gesto o un croquis como parte de un diálogo que comenzó hace siglos y continuará cuando los que somos hoy ya no estemos.
Crear una “tercera cosa” a partir de nuestro encuentro con «la cosa”.
Dale al play!