
Soy una obstinada célula del corazón y no dejaré de contraerme hasta que me muera…
Había pensado que la percepción más pura del tiempo se producía cuando era capaz de frenarlo, cuando sentía en el cuerpo una duración suspendida, casi infinita. Pero ahora pienso que mi vida nada tiene que ver con la inmovilidad y menos con el infinito; y que si entrego mi cuerpo al ritmo, si escucho los golpes de los latidos entenderé mejor este tiempo loco, el que me empuja por dentro a la vez que me desparrama por fuera. Ahora pienso que voy a golpes y a contracciones como las células obstinadas del corazón y que mi vida no cae, ni por asomo, con la suavidad con la que cae la arena del reloj. John Berger decía que el alma es simplemente la percepción de otro tiempo. Y yo, al Sr. Berger le cambio la palabra percepción por la palabra invención y digo: el alma es la invención de otro tiempo, y la emparejo con la idea de la eternidad y de todo lo que nos hemos inventado para alejarnos del latir, y del cadáver.
Y al ver el cadáver también comprendí que la sabiduría es una mezcla de consciencia y de olvido. La consciencia de que vas para allá a quedarte inexplicablemente muerto, feo y frío y el olvido necesario para agarrarte a cada latido y pensar solo lo justo en esa imagen de tu cuerpo feo y frío. Y al ver el cadáver, me entraron ganas de bailar porque al bailar (bien), como al follar (bien) hay algo que te dice que ese acto perfecto es efímero e irrepetible y, además, que es perfecto porque es efímero e irrepetible, y hueles entonces (por un instante) que perfección y eternidad son palabras antagónicas. Y que el precio a pagar por ese super polvo o por ese bailazo es tu cadáver feo y frío. Como decía mi amada Szymborska “Por tener cuerpo se paga con el cuerpo”.
¿Sabéis que un corazón fuera del cuerpo sigue latiendo si cuidas su equilibrio salino? ¿Hay algo más obstinado y más absurdo que olvidar que te has muerto?
Por eso quiero ser una obstinada célula del corazón y no dejar de latir y de bailar hasta que me muera.
Extracto. Texto. PENSAMIENTOS DE UNA BAILARINA QUE COMPRENDIÓ EL RITMO
CUANDO MIRÓ UN CADÁVER. Elena Córdoba.
…Y me mantendré viva hacia afuera porque el mundo es mucho más fuerte que yo y seguirá estando ahí cuando yo ya no me derrame en él.
Má que pensar que hay que contraer tal o cual músculo deberíamos de entregarnos a la contracción de tal o cual músculo para que sea dueña de todo el cuerpo por un instante
Y el espíritu se encontró con la materia
y se miraron a la cara
y se pegaron por un momento
uno y otra.
Estaban en el mismo movimiento
¡Qué lástima que ocurra tan pocas veces!…
Extracto de textos y fotografías anatomía poética II. Elena Córdoba. (Sep 2009- Agosto 2010) Pliegos de Teatro y Danza /38. Pag 40.

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