Experiencia y simulacro_¿Quieres la foto o quieres la cosa?


«Creo que la intensidad está en la búsqueda más que en la cosa, en insistir, insistir, darle una y dos vueltas a la cosa. Y cuando encuentras algo no puede ser tan rápido o fácil, así que hay que seguir ahí, rascando.«

Transcripción del encuentro VAHO con Marc Vives
Junio 2021
Festival Domingo. La Casa Encendida

Marc Vives Muñoz (Barcelona, 1978) es artista, investigador, docente y productor. Se mueve entre las artes visuales y las artes en vivo. Acomete este trabajo desde diferentes estrategias de aprendizaje de manera individual y colectiva junto Laia Estruch, Juan López, Martín Vitaliti, el grupo de investigación Si CentroCentro fuera FueraFuera, en contextos educativos como Eina o Massana, y a través del proyecto de gestión cultural comunitario GRAF.cat.

Desarrolla un formato de performance experimental que incluye proyectos como Cantar el agua (GREC, La Caldera 2020); SSSSS (Becas Multiverso 2019 ); La Fiesta (Antic Teatre en Barcelona 2019 y CCMEX en México 2020); Vengo cada día por si acaso (etHALL, Barcelona, 2018); Es que ahora no puedo (etHALL, Barcelona, 2018); Barcelona atracción (Mercat de les Flors, Barcelona, 2016) o The Wilson Exercises (Rogaland Kunstsenter, Redcat, Fundació Miró, 2016).

Paulina: ¿Después de lo que hemos pasado en la última década, la pandemia, la crisis económica del 2008, la precarización laboral, la necropolítica de los gobiernos, hoy ¿en qué estamos? ¿antes o después de la fiesta? ¿en el final? ¿es esto una fiesta?

Marc: No creo que estemos de fiesta. Ahora estoy releyendo el texto porque lo olvido y pensaba que me abriría cosas, pero no. Entiendo la cuestión de la fiesta como Roger Callois lo plantea en el texto: la fiesta ya pasó, es una cuestión ancestral y es irrecuperable.

En las condiciones actuales ¿lo que creemos que es fiesta no lo es? ¿No estamos celebrando nada, y al revés, ni siquiera tenemos herramientas para producir una fiesta sin antes arrasar con el orden existente?

Esa sería la fiesta, arrasar con el orden existente, excederse con todo, burlar las normas, hacer todo al revés. Eso es regeneración para establecer otro orden.

Las características de esa fiesta de la que hablamos estarían marcadas por ciertas formas de destrucción o de reemplazo, es decir, anunciar la caducidad de una serie de elementos, quemarlos en una hoguera y dentro de la misma fiesta generar unas nuevas reglas desde una base de celebración. ¿Cómo construimos una nueva fiesta cuando eliminas todos los factores de fiesta que conocías? ¿Las actuales formas de fiestas son útiles para refundarla?

Yo creo que en la fiesta actual sí hay algo. Encontrarse, ver, la música… hay rasgos de la fiesta ancestral porque la idea no es volver a un mundo donde todo sea celebratorio. Está la fiesta y el trabajo, la rutina y lo contrario, eso se alterna. Son dos realidades, no hay una sin la otra. Pero como está establecido el calendario de trabajo actualmente no lo podemos asumir con equilibrio. Yo no sé donde está la fiesta en el mundo contemporáneo. A lo mejor puede ser cada viernes que te vas a no sé dónde y la revientas. Dentro de las actuales condicionantes, la fiesta es una vía de escape del orden establecido, pero que no sirve para renovarse. Quizás para renovarse uno en lo personal, pero no para el grupo social. Yo no he conseguido encajar las cosas que entiendo ciertas del texto de Callois con el mundo contemporáneo. No he sabido cómo, aunque distingo algunos rasgos, pero no sé como traerlos al presente.

¿Cuáles son esos rasgos?

Lo que hago es intentar invocarlos o decirlo de varias maneras, pero no los estoy trayendo en plan “ahora esto es una fiesta”. Ojalá una pieza pudiera ser un sustituto de una fiesta. No tengo esa capacidad reflexiva. Lo mío es la tozudez, es decirme “agárrate a esto, aguántalo, es posible que tenga valor, confía, confía, ten fe”. Llevo mucho tiempo haciendo esta pieza de múltiples maneras, desde el 2014 hasta el 2019, y en 2018 pensé que podía ser una pieza escénica al uso, con sillas o con la conciencia de que sería vista por personas.

Vengo de la escultura tradicional catalana que es más de la performance de los noventa o anterior. En esas prácticas del cuerpo no hay una caja negra o blanca. Puedes hacerlo en una sala o en un pasillo, sin que lo vea nadie. Puede durar mucho tiempo o poco tiempo. He hecho La Fiesta en ocho horas que es casi lo mismo que yo ensayando La Fiesta.

Esto que diré lo tengo cogido con pinzas: si en la época ancestral, casi post mitológica, cuando vivíamos en tribus y comunidades… Abro un paréntesis: el texto de Callois es del 39’ y la fiesta a la que se refiere ya es antropología. Además en ese texto y en su conferencia hay una nota del autor que es pre Segunda Guerra Mundial, entre guerras, y él está con la pedrada de los años 20’ y el fordismo, el trabajo en cadena… cierro el paréntesis. Así que te respondo con algo que él dice y que ya es muy viejo: lo que ancestralmente se entendía como la fiesta ha sido sustituido por las vacaciones, por ese período de verano en el que te vas con tu familia… Las vacaciones no tienen ese aspecto renovador de la fiesta, no es lo mismo. No tienen esa vocación de juntar al pueblo, a las familias y hacer un gesto realmente violento contra el sistema establecido. Cada cual ha estado trabajando como peón todo el año y cuando llegan las vacaciones coges a tu familia, la metes en un coche y te van a la playa y eso ya pasaba a principios de siglo XX. Esa capacidad de renovación social de la fiesta es lo que ya está destruido. Si ahora la fiesta es un período vacacional, no tiene ningún tipo de energía renovadora. En algunos pueblos las fiestas se mantienen como medida cautelar. Entonces, mi analogía o cosas que he leído por ahí es más abstracta: si la vida es trabajo, con sus momentos de escape, a lo mejor lo que no es trabajo, lo que no encaja en el sistema de rutina podría ser la fiesta. Aunque no tenga ese valor renovador por lo menos es la piedra del zapato. Para mi sería la esencia de algo que podría ser lo artístico, no el arte, ni el circuito artístico, ni el mundo artístico, pero algo del arte que todavía tiene la potencia de colarse ahí y de ser esa bomba que hace estallar eso para que luego se tenga que volver a montar. Lleva a la dicotomía tiempo de trabajo / tiempo de fiesta – tiempo de vida contemporánea / tiempo de arte, porque la vida contemporánea ya se ha comido el ocio y todo lo demás.

Fotos Dani Carretero & Paulina Chamorro

Cuesta mucho trabajo sacar tiempo para la fiesta. Incluso lo que conseguimos hacer no siempre llega a ser fiesta. Es una pausa, una suspensión con mucho trabajo y pagando. Ahora pagamos por recrear una idea de fiesta. Podríamos especular que hoy la fiesta es un sistema artificial que se representa, se vende y se sobreelabora para su registro. Ya no es una cosa que se abre al acontecimiento o a lo efímero. Tenemos en la cabeza una noción de fiesta relacionado con algo que se organiza para que pase de forma controlada, no como una deriva que le da vitalidad a ese tiempo de cambios de roles, de juegos, de quemar, de romper, de reinstitucionalizar. Ahora estamos en el simulacro de la fiesta, reproduciéndola y empobreciéndola. En este sentido ¿tu fiesta opera como un grito, un llamado, un exorcismo…?

Sí y al mismo tiempo no sé qué efecto tiene. Lo veremos el próximo sábado. Era difícil que la fiesta fuera auténtica con todas las condicionantes del contexto. Quizás lo único auténtico que podría conservase son las ganas de encontrarse y creo que eso es bastante.

No todas las sociedades gustan de juntarse. Históricamente las políticas de Estado en muchos países han delimitado al máximo las posibilidades de la fiesta por la potencia que tiene. A principios del siglo XX en varios países de Latinoamérica se limitó la fiesta para potenciar la productividad del trabajador. En ese sentido, siguiendo este plan especulativo ¿cómo dialoga tu fiesta con el hecho de su representación, de recrear la máquina? ¿al hecho de que la fiesta se compra, se paga y se registra? ¿como influye el registro de la imagen de la fiesta en la fiesta? ¿Cómo dialoga tu propuesta con el hecho de su representación?

Hay un componente de tiempo que es importante y no está ahí. Estar una hora y media no es mucho tiempo, pero en mi trayectoria ha ido ganando lo escénico y la performance a otras cosas por la cuestión temporal. No es lo mismo, a nivel experiencial, colgar algo en la pared o dejarlo en medio -que puede ser muy potente- que decir “vale, dejo esto ahí pero no sales de la habitación en una hora y treinta minutos”. Ahí es cuando se activa un aparato escénico. Entonces, todo el rato está presente la dicotomía entre experiencia y simulacro ¿quieres la foto o quieres la cosa? Me acerco de manera muy tímida a todo eso. No logro posicionarme, me queda ya de mayor. Si estas generaciones de jóvenes, que se lo están pasando bien, utilizan interfaces para relacionarse, si ahí no hay una diversión real me suena de pureta señalar y decir “no, eso no es de verdad”. Es una realidad ¡ve tú a saber! A lo mejor explota y se convierte en otra cosa y se vuelve muy extremo. Hay muchas series de Netflix que explican los finales de todo eso.

Fotos Dani Carretero & Paulina Chamorro

…y luego están las fiestas por zoom. Fiestas sin cuerpo.
Entrando en las herramientas de la pieza ¿que función cumple la extenuación y la repetición en tu fiesta, en la fiesta en general, en ese tiempo que no es de trabajo? porque son dos palabras que nos llevan a cosas que podríamos pensar que no tienen relación con la fiesta: extenuarse, por ejemplo.

Sí, cuando la hacíamos cuatro u ocho horas en esos ritmos más relajados, yo cogía el texto, me daba unas vueltas por el espacio y probabas cosas continuamente. Pero la intensidad de la hora y media también te lleva a la misma extenuación. Hay una cosa de tiempo que no he resuelto. ¿En una hora y media se puede hacer lo mismo que en siete? En todo caso esta cuestión está en el texto. Hay una frase que dice “agotarse hasta ponerse enfermo”. La extenuación es un pilar. Lo que se empareja con lo que dices, es que cojo textos y busco la manera de sacarlos. A veces salen de la misma repetición del texto y se convierte en melodía. O empiezo desde la melodía y luego inicio el texto. O comienzo desde un lugar, desde una posición o rito y el tiempo que tenemos llama a lo otro. Intento que el orden no sea siempre el mismo, que el texto pueda entrar antes o después y ahí coger cierto clima no sé si de trance o más de entrar en situación. Ese procedimiento llega a un momento en que se agota, pero incluso agotándose a veces insisto. Hay algo patético en eso, porque además yo no tengo cuerpo entrenado de bailarín ni de nada. Hay momentos en los que puedo parecer más un animal o alguien más sentado ante un ordenador que alguien que esté haciendo una propuesta escénica. A veces estoy como arrugado, agarrado a un palo, aguantando, aguantando. Y sé que desde fuera puede ser ridículo, pero se trata de aguantar eso, “aguántalo, van pasando cosas, se nota porque se transforma en otra cosa y aguanta esa otra cosa que acaba de salir y aguántala, un poco más”. Y las cosas y las situaciones se van agotando.

¿Y el vértigo que también aparece en el texto de Callois?

Sí, incluso la búsqueda de la pérdida del control. Buscar perderse deliberadamente. Y el vértigo supone riesgos y cuestiones que en la vida normal pueden pasar también, pero en la fiesta están a la orden del día.

¿Cómo ha sido pasar de la escultura a convertirte tú en escultura…performativa? ¿Poner tu cuerpo, tu voz, tu doblamiento? Te expones así; la escultura es segura.

Conozco a varias escultoras que ponen el cuerpo y se trata de un desnudo integral. Hay mucha carne metida ahí. Luego separas. La cosa se queda ahí y uno se va aunque hay vínculos. Pero no, no he llegado nunca ahí. Como te decía hay cierta tradición de escultura catalana que no tiene mucha elaboración. Pienso en la cosa más catalana entre conceptual y drapar, o, juntar cosas de esa manera. Hay un oficio ahí, pero tampoco me quiero meter por ahí…no es la escultura de Brancusi u Oteiza, como de alguien que está picando piedra y tiene relación con masas ingentes de materiales, sino que el material es más casero pequeño, precario. Y sin tener yo ninguna formación porque en mi casa no son del ámbito artístico cultural, estas son cosas que aprendí después, y mucho después, porque en la facultad lo que aprendí fue random. Pero las escuelas y las tradiciones, las maneras de hacer de un lugar están instaladas y las recoges y te las llevas o no. Hay una generación de los 70’ y 80’ en el arte catalán que ya no sabes muy bien qué es y qué hace. Incluso un grupo de escultores que no hace objetos, solo performance y acción. Que sus acciones la hacen en el campo con el cuerpo como escultura, todo mezclado y en ese punto yo lo cojo. De hecho, cuando comenzamos a trabajar con David Bestué las esculturas eran realmente nada, algo que podía estar ahí, ese papel apoyado en una esquina, pequeñas intervenciones con cosas que no iban a durar. Los materiales no tenían la longevidad de la escultura y el trabajo era más mental que plástico o escultórico. Ahí aparecimos nosotros. Y luego no es la cosa, sino él o yo haciendo la cosa, moviéndola, aguantándola. Ahí ya estaba el material de algo muy frágil. Y pasa que más adelante, en esa inhabilidad de esculpir y hacer cosas me parecía más fácil tirar de la voz, del cuerpo, de la escena, de ponerme ahí directamente; “mira, no te líes”, pero me he liado.

Con esto de La Fiesta yo empecé cuando me fui a vivir a San Sebastián. Entonces tenía los recursos que tienes al comenzar un trabajo y estaba en un momento cero de la creación, que es como irte a casa, a las costumbres, a mi barrio, todo un poco artificial. Pensaba “no tengo idea, no tengo una práctica, nada me está llevando”, pero siempre hay algo, aunque no sabes si es real, si no, a qué te agarras… “pues bueno, comencemos con algo””. Y en esos momento me acuerdo de “¿y si me voy a mi barrio, a Sants?”. Pero la fiesta en la ciudad no es fiesta tampoco. Si vives en un pueblo como Gerona, en Berga, que tienen la Patum, eso lo vives de una manera frenética. En Euskadi te paseas en verano y hay cosas muy locas a nivel de iconografía, símbolos y cosas que se ponen en marcha. Y en la Patum también, que es una fiesta muy loca que comenzó siendo sacra y acabó en profana, donde los símbolos se transforman como el águila, con mucha gente y mucho fuego.

¿Estas fiestas se articulan en función de alguna acción como tirar una cabra desde la torre de la iglesia?

Hay una señora norteamericana que hizo una aproximación nacionalista de la fiesta en relación a la enorme población africana que hay en zonas catalanas. Entonces es una fiesta con mucha participación africana.. africanos catalanes que sienten esas fiestas como suyas. Esta fiesta de la Patum se articula como una danza a partir de figuras simbólicas como el águila que aparece, gira, hecha fuego y es multitudinaria. En los barrios de Sants o Gracia están los Diables, los demonios que se visten con unos trajes, corren por las calles con mucha pirotecnia, pero no es lo mismo. El águila de la Patum gira y hace un sonido como buum buum y la gente le responde con lo mismo pero amplificado y se arma algo colectivo muy bestia. Puedes estar ahí y de verdad se te saldría el corazón. Lo puedes ver en youtube, es fuerte.

Si tuvieras que identificar tu fiesta con un tema musical cuál sería.

(Marc comienza a hacer algunos ruidos.)

Entiendo la música como algo híper codificado. He trabajado con Martín y Laia Estruch. Martín es un buen batería y ahí rápidamente veo que no tenemos código compartido. Lo único que puede hacer Martín conmigo, pobre, es no tocar o tocar mal o intentar cantar o hacer algo que no le tocaría. Yo improviso ritmos sencillos que aguantan.

Te lo pregunto porque esta matriz sonora que despliegas en La Fiesta viene de tu propia escucha. ¿Es tecno industrial? ¿Habías pensando en esa matriz tecno industrial, rapera o de comparsa de fiesta popular?

A nivel rítmico es básico, pero justamente lo que intento es no encallarme. En una performance tengo que romper la dinámica para que la búsqueda en vivo sea real. Si me pongo en plan tecno industrial no puedo sostenerlo una hora porque os mato. Y yo tengo que seguir buscando a través de formas que pueda romper. Si me pongo en plan manifa y luego voy a otro sitio, la performance puede mutar, pero también encallar. Siempre tengo que romper y no quedarme, no acomodarme.

Imagínate el día que me pongo Mecano os podéis pegar un tiro así que rápidamente tengo que encontrar la manera de romper con eso. Puede salir, pero ya está, que pase rápido. Por esta razón tengo que comenzar desde lugares distintos. Pero es cierto que a veces, por nervios, por buscar cierta seguridad, sale así. Creo que la intensidad está en la búsqueda más que en la cosa, en insistir, insistir, darle una y dos vueltas y cuando encuentras no puede ser tan rápido o fácil, así que hay que seguir ahí rascando.

Bonus Tracks

Coda Aula

Marc: …aunque creo que lo sigue importando de la performance es la cuestión temporal. Por eso la hora y media me incomoda. No sé si lo podré aguantar, o igual sí, pero no sé como funcionaría. Luego está el lugar, hacer las cosas dependiendo del lugar, de los elementos del lugar, de las condiciones. He estado residiendo estos días en La Casa Encendida, viendo cómo vamos a poner los focos y el resto de los materiales. Y como he olvidado el texto tengo que volver a leer para saber si ordeno el espacio con el texto. O sea que la performance va a ser una cosa que está amarrada tres días antes, sí o sí, aunque haya cosas que tengo ritualizadas, una parte está montada rápidamente en tres días y lo que es puramente escénico lo improvisaré en el momento. El patio de La Casa Encendida tiene su cosa, es un poco la plaza de la fiesta o debería ser la plaza. Siempre hay un lugar más mágico que el resto en las fiestas.

Yo me río de todas las canciones, pero alguna eventualmente se me quedaba y en un momento de debilidad dices “venga canto el hit”, saco el hit y lo canto, y dices, esto funciona. Sin embargo, este doble pensamiento, empezar por el hit y que se vaya a pasear, funciona bien. Empiezo a cantar esto, no me voy a pelear con esto, pero que luego se vaya. Al final, las cuestiones que salen en el ensayo dan la vuelta. Algo que te sabes y repites siempre puedes reformularlo y un lugar que te ha sido útil abandonarlo. Es verdad que he vuelto a sitios, pero luego no funciona porque no es el momento o porque se ha desactivado definitivamente. Incluso puedo volver sobre algo que he descartado, aguantarlo y ver que funciona. Entonces, los hits hacen eso, pero también es bueno dejarlos marchar.

El proyecto Vaho en Domingo ha sido financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes,
Convocatoria 2021, Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Chile.

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