Episodio 1_ vaho y óxido

Salí a comprar tabaco sin móvil y cuando regresé a casa me encontré con este email:

Querida Paulina
Aquí te mando la primera carta dirigida al Salmon. No sé si te entra en el tono de VAHO. Son tres cartas. Si te parece bien. Sigo. 

abrazo
no hope
—–
Episodio 01

Nunca pasa nada.

Pienso con ternura y resignación en cómo una comunidad, nuestra capelleta, complaciente compartía las cosas en las redes sociales, en el internet, en el plató, en la plaza del Mercat; ese tejido de relaciones, muchas de amistad y amor (o traición), pero también de poder, se queda tranquila y se dan con el codo sentadas en la primera fila diciendo – mira qué bueno, qué gracioso, qué guapis —. Es interesante la colaboración en red de las estructuras, eso está bien, vamos, es un mínimo necesario, pero no suficiente. Pero me pregunto si en un panorama escueto como es el de las artes vivas, danza experimental, teatro expandido (concretamente en Barcelona) cuando todas las voces que albergan algo de poder y recursos (Mercat, Caldera, Graner, Antic, … ) están en el asunto, si no resulta remota la posibilidad de activar una conversación crítica. Las pocas voces que se autodenominan crítica como tea-tron o, en ocasiones, Graf, están invitadas. Es decir, cualquier posibilidad de crítica con autonomía, blindada. ¿Quién dirá algo? ¿Quién querría cerrarse todas las puertas de la ciudad de una? Palmaditas en la espalda.

Me he conectado todos los días al streaming del salmon, en total unas veinte veces. A ratos sueltos, cortos o largos, sin mucha obligación de hacerlo de ninguna manera en concreto. La continuidad de la televisión, y más todavía del streaming, no nos compromete con estar de cuerpo presente, parece que esto no lo tenían en cuenta. Mediar con la pantalla de una retransmisión no nos compromete como cuando entramos en una sala, es una obviedad, pero parece que se os pasó. Lo que estaba retrasmitiéndose, y cómo se estaba retrasmitiendo, parecía que no contemplaba esta posibilidad.

Técnicamente desde la perspectiva de la viewer, la experiencia era de un internet como de hace quince o veinte años, sin cuidado, sin textura. Cómo se operaban las cámaras, la realización, eran escuetas, pobres. Planos sin nivelar, estáticos, movimientos de cámaras, cámaras casi amateurs, transiciones, cortes y sonido pobres. Al menos podríamos habernos regodeado en eso, en el lowres, disfrutado en los cruces, trasvases, transgresiones, habernos grabado entre nosotros, haber mirado en lo macro, en micro, haber puesto el cuerpo en las cámaras. Habernos inclinado por la televisión underground, si no teníamos los recursos para hacer televisión. 

Los planos generales, dejaban los cuerpos en una media de uno a diez centímetros en las pantallas. Los detalles brillaban por su ausencia. Era un quiero y no puedo. Pensando que era un streaming, en 2021, pues tampoco nos hizo vibrar hacia ningún sitio. Era una fiesta lacónica que no conseguía animarse ni a sí misma a pesar del solipsismo. La media de los espectadores que indicaba el directo desde la página del festival fue de 24 viewers, no es una medida rigurosa, si no la media simple de lo que indicaba el contador. Pero me pregunto si este esfuerzo era necesario para 24 amigos más viendo intermitentemente la retrasmisión.

A ratos lo puse a pantalla completa en mi ordenador, veía las cosas en tamaño folio apaisado. Muchas veces ni eso, lo tenía al lado de otra ventana, en la que estaba haciendo otra cosa, o en el móvil. Me conectaba mientras estaba sentado en el váter. La inconsistencia general de la propuesta y del tino de la selección de trabajos, indiferente, cualquier otro hubiera valido, en realidad, en esta edición, era lo de menos. Si estamos hablando de una retrasmisión en streaming, la cosa de las artes vivas de entender la potencia y limitaciones de este y cualquier formato, que ha explotado literalmente en este año. Ni una conversación en directo, ni un chat. No pasaba nada.

Queridos directores, curadores, o programadoras del salmon ya habíamos visto infinidad de vídeos de piezas, no sólo ahora, antes también. ¿Qué más nos traéis? Además después de un año con el culo pegado en el sofá, y los ojos a dos o tres pantallas. Pasando entre 5 y diez horas mirando a displays en dos dimensiones, me sorprendía aún más la torpeza de la emisión, de las decisiones discursivas, estéticas y curatoriales de esta edición. La posibilidad que se abría teniendo cuatro voces en la curaduría, una figura de coordinación, varias personas produciendo, tantas instituciones involucradas, para que no pasara nada. Para ver las cosas como en los videos que encuentras en cualquier archivo de cualquier institución decente en VHS, DVD u online.

Leemos — y peor, hacemos — los carteles y las selecciones de nuestros contextos, encuentros, festivales haciendo un name dropping. ¿A ver quién está? Parece que es lo único que importa. Aunque compramos e incorporamos los vocabularios que parecen que solucionan las cosas: diversidad, crítica, experimentación, investigación, curaduría; nuestras formas, nuestros edificios, nuestros cuerpos nos devuelven insistentemente a las convenciones más terribles y ratificamos dinámicas de poder. 

Al final, la lista era bastante predecible. Amigues y amigues de mis amigues. Piezas repetidas, reprogramadas, recicladas. Algunas que han estado hace menos de un año en Barcelona, alguna invitación tímida para ver de nuevo las cosas que ya hemos visto tantas veces, unas pocas ocurrencias; algunos LOL, otros WTF, otros tantos LMAO. Salvo alguna excepción más atinada, el salmon 2021 es un meme stremeado de las artes vivas. ¿Era esto realmente lo que desborda la caja escénica, lo que busca otro curso de las cosas? La estética general era más de velada de colonias de verano que de un territorio de experimentación y puesta en riesgo, poco riesgo coreográfico, escénico o teatral con la jerarquía abrumadora de las cámaras y los directores y directoras del festival y las instituciones. Una torpeza naif, que deja poco espacio para las explicaciones y las convierten en excusas. 

No nos olvidemos de alguna referencia snob, como poner un documental de música clásica, o traernos a la dance francesa, o la mirada blanqueadora de nombrar a La Zowi como un referente. Otra vez esa mirada blanca y privilegiada del trap. Un referente para nosotros, gente que hemos estudiado en los instituts, universidades, másters, etcétera y que nos ponemos en las últimas filas de los conciertos nosequé festival. Pero que este espacio nuestro no está abierto a lo subalterno, o cualquier otra cosa que no esté en nuestros códigos, no nos ponemos en riesgo y el linóleo blanco aún no está ready pa morir. Seguimos mirando por encima del hombro a la danza urbana, incluso a la danza moderna, o cualquier cosa que se aleje de nuestra blanquitud, de nuestra catalanidad, de nuestros privilegios; de nuestro querer ser las más modernas de las escénicas, con unas propuestas que huelen a naftalina, a panfleto de capelleta, somos nuestro propio meme. 

Entonces quién puede articular con autonomía una conversación crítica ¿quién critica a la crítica? ¿Dónde se queda el riesgo? ¿Porqué nos fascina el trap pero seguimos haciendo lo mismo desde hace 30 años? Aunque vamos, realmente no estamos en un panorama, este de las artes vivas, donde la crítica tenga demasiado rigor. Si les caes bien, escribirán, si no, estarás en la sombra. ¿Cuánto dinero ha costado esto? Nos consuela pensar que por lo menos algunas amigas han podido cobrar algo de dinero por presentar, total, nunca pasa nada. 

Chris Burden _ FULL FINANCIAL DISCLOUSURE (min 2:42)

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